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Machu Picchu: historia y significado de la joya inca

Escrito por Sadith Collatupa
Actualizado en: 2025-12-02
Una ciudad entre nubes que se entiende mejor con calma: esta guía mezcla contexto histórico y consejos para disfrutar lo que ves cuando camines sus andenes.
Machu Picchu no es solo una postal: es una ciudad inca que respira historia. Como viajera y guía de experiencias, vuelvo cada cierto tiempo y siempre encuentro algo nuevo: una arista de piedra, una sombra distinta o una pregunta.
Si estás planificando tu visita, aquí te cuento la historia de Machu Picchu de forma clara y útil, para reconocer sus hitos y aprovechar el recorrido sin prisa y con respeto.
Machu Picchu antes de los incas
Mucho antes de que los incas construyeran esta ciudad, el paisaje ya tenía un valor sagrado. Al estar el río Vilcanota/Urubamba en la base del conjunto montañoso y los apus alrededor, el espacio se reconocía como un punto ritual y estratégico. En los Andes, territorio y espiritualidad caminan juntos: los lugares importan por dónde están y por lo que significan.
Los incas heredaron caminos, técnicas agrícolas y observaciones del cielo de pueblos anteriores. El Qhapaq Ñan (la red vial andina) unía quebradas, cejas de selva y altiplano. No hubo “vacío” aquí: hubo rutas y saberes que prepararon el escenario. Por eso, cuando el Estado inca eligió esta cresta como ciudad, la decisión respondió a una lectura antigua del territorio: agua disponible, protección natural y un paisaje con fuerza simbólica.
La construcción de Machu Picchu
La etapa principal de construcción se ubica en el siglo XV, con el inca Pachacútec como figura central. Lo fascinante es cómo la ingeniería conversa con la montaña.
Aspectos esenciales para entender su arquitectura
Cantería de precisión: bloques encajados “a hueso”, sin mortero visible. Este sistema absorbe vibraciones y distribuye cargas.
Andenes con drenaje: terrazas que estabilizan la ladera y producen alimentos. Debajo del suelo agrícola hay capas de piedra, grava y arena que escurren la lluvia.
Hidráulica constante: canales y fuentes que traen agua desde manantiales con un caudal regulado. El sonido del agua acompaña toda la visita.
Trazado con sentido: plazas, recintos y escalinatas que siguen la topografía y se alinean con momentos de luz como solsticios y equinoccios.
Nada en Machu Picchu fue improvisado: es conocimiento aplicado a un territorio complejo, con especialistas (canteros, agricultores, astrónomos) y una organización imperial capaz de movilizar recursos a gran escala.
Machu Picchu en la época incaica
En tiempos incas, el conjunto se organizaba en tres zonas principales: agrícola, urbana y sagrada.
Zona agrícola
Las terrazas abrazaban la montaña como un anfiteatro. No solo producían alimentos: también estabilizaban la pendiente. Los incas experimentaban con microclimas y consideraban el agua un bien sagrado.
Zona urbana
Reunía viviendas, depósitos (qolqas), talleres y pasajes. La calidad de la cantería indicaba jerarquías: acabado fino para la élite y aparejo más rústico para áreas de servicio.
Área sagrada
Templo del Sol: recinto semicircular asentado sobre una roca natural, donde la luz ingresa con precisión geométrica en fechas clave.
Intihuatana: monolito elevado asociado a observaciones solares. Hoy se contempla solo a distancia.
Templo de las Tres Ventanas: abre la vista al valle y condensa relatos míticos sobre los orígenes incas.
En conjunto, Machu Picchu funcionó como una ciudad donde culto, producción, astronomía y vida cotidiana convivían en armonía.
¿Cuál fue el motivo de la construcción de Machu Picchu?
No existe una única respuesta. Las hipótesis más aceptadas sugieren que fue:
• Residencia real de Pachacútec
• Santuario y observatorio astronómico
• Centro agrícola de alto rendimiento
Probablemente cumplió esas funciones en distintos momentos: un sitio multifuncional donde la ubicación respondía a razones políticas, simbólicas y prácticas.
Machu Picchu durante las guerras de Vilcabamba
Con la llegada de los españoles, el orden andino se fracturó. La resistencia inca se trasladó hacia Vilcabamba, selva adentro, y muchas rutas perdieron su uso. Las epidemias y la crisis política afectaron profundamente a la población.
En ese contexto, Machu Picchu fue perdiendo relevancia y se abandonó gradualmente. Sin un Estado que la mantuviera, sostener una ciudad en lo alto de la montaña dejó de ser viable. Con el tiempo, la vegetación cubrió los muros, pero el sitio nunca desapareció de la memoria local.
Machu Picchu en la época colonial y republicana
En la época colonial, Machu Picchu quedó fuera del circuito oficial. El nombre siguió vivo en toponimias y en los caminos de arrieros, pero la mirada administrativa pasó de largo. La montaña estaba ahí, con gente alrededor, aunque sin atención del poder.
Ya en la época republicana, viajeros y exploradores empezaron a hablar de “ruinas” en la zona andino-amazónica. Dejaron notas, croquis y referencias sueltas: piezas de un rompecabezas aún incompleto. Cada temporada la vegetación avanzaba, y la ciudad, silenciosa, esperaba su siguiente capítulo.
El redescubrimiento de Machu Picchu
En 1902, el cusqueño Agustín Lizárraga llegó a Machu Picchu y dejó constancia de su visita, pero no logró difundirla por falta de apoyo oficial.
En 1911, el profesor Hiram Bingham arribó buscando Vilcabamba; Melchor Arteaga lo guió y Bingham documentó el lugar con método y lo dio a conocer internacionalmente.
Entre 1912 y 1915, se realizaron campañas de limpieza, registro y excavación que despertaron interés científico y mediático.
Conviene aclararlo: “redescubrimiento” no significa que nadie supiera; significa que se integró al relato histórico con método, fotografías y publicaciones.
Décadas más tarde, en 1983, la UNESCO reconoció el Santuario Histórico de Machu Picchu como Patrimonio Mundial, abriendo una nueva etapa: estudiar, conservar y visitar con sentido.
Machu Picchu en la actualidad
Hoy, Machu Picchu recibe cerca de 1.5 millones de visitantes al año y forma parte de las 7 maravillas del mundo moderno. Eso se traduce en empleo e ingresos para miles de familias en Cusco y, a la vez, en un reto de conservación.
Por eso existen cupos diarios: alrededor de 5,600 en temporada alta y 4,500 el resto del año. Reserva con anticipación: los horarios se agotan rápido.
Boletos y circuitos (según temporada)
El ingreso se hace por circuitos con rutas definidas. Algunas opciones solo operan en temporada alta, por ejemplo, Intipunku y Puente Inka. Al comprar tu ticket, elige el circuito que te interesa y confirma si esa ruta está disponible en tus fechas.
Visita responsable
Permanece en senderos, no toques muros, evita comer dentro del sitio y lleva tus residuos. Cuidar también es parte de la experiencia.
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Reflexión final
Cada viaje tiene una historia que espera ser contada. La de Machu Picchu me recuerda que la piedra guarda memoria del agua y del sol, y que una ciudad puede ser santuario sin dejar de ser ciencia.
Aquí aprendí que las tradiciones no mueren: cambian de forma y siguen hablándonos cuando la neblina se abre.
Si vienes, ven con respeto y curiosidad. Mira el Templo del Sol como una pregunta antigua, escucha el agua en las fuentes y deja que el paisaje te explique por qué las terrazas están donde están. La historia no termina en el mirador: empieza cuando decides mirar con calma.


Por Sadith Collatupa
Locutora y viajera apasionada por la historia y la cultura del Perú.
